Maletas, nervios y magia
No tengas miedo de chocar, lo mejor es ir deprisa si estás nervioso —Molly Weasley
Cada 1 de septiembre King’s Cross se convierte en mucho más que una estación de tren. Para los muggles sigue siendo un lugar abarrotado de viajeros con prisas, pero para los magos es el punto de partida hacia Hogwarts y todo lo que significa: nervios, expectativas, amistades y ese cosquilleo en el estómago que anuncia que un nuevo curso está por comenzar.
Entre la plataforma 9 y la 10 se esconde el secreto mejor guardado de la estación: el famoso andén 9¾. A simple vista no hay nada especial, solo una pared de ladrillo, pero basta con caminar (o correr, si se prefiere) directo hacia ella para atravesarla sin problemas. No hay estudiante que no haya sentido el miedo irracional a darse un golpe la primera vez, aunque luego la experiencia resulte de lo más natural.
Lo curioso es que el tren que nos parece tan icónico, con su locomotora roja humeante y sus vagones llenos de compartimentos, no existió siempre. Durante siglos, los alumnos llegaron a Hogwarts de mil maneras distintas: en carruajes, barcos o incluso montando escobas, con un resultado bastante caótico. El Ministerio decidió acabar con ese desorden y confiscó una locomotora muggle en el siglo XIX para transformarla en lo que hoy conocemos como el Expreso de Hogwarts. Desde entonces, el rugido de la máquina y el silbido que resuena en el andén se han convertido en la señal inconfundible de que la aventura empieza de nuevo.
El ambiente en King’s Cross ese día es único. Familias enteras se despiden entre abrazos y consejos de última hora, madres intentando que la túnica quede impecable, padres que fingen serenidad aunque sienten un nudo en la garganta, hermanos mayores que sueltan consejos que nadie escucha y pequeños de primer año con la cara llena de asombro mientras sujetan con fuerza la jaula de su lechuza o intentan evitar que el sapo se escape del bolsillo. Los veteranos, en cambio, se mueven con seguridad: saben a qué compartimento ir, qué dulces comprar en el carrito y en qué momento exacto asomar la cabeza por la ventana para despedirse con un gesto.
Lo que pocos saben es que el andén 9¾ no es el único que esconde la estación. Existen otros pasajes ocultos que conectan con diferentes lugares mágicos. El más famoso entre los rumores es el andén 7½, que lleva a un tour por los principales pueblos de Europa. Hay incluso leyendas de estudiantes despistados que, al atravesar la pared equivocada, acabaron en mercados de duendes o en campos de gnomos furiosos en Cornualles. Puede sonar exagerado, pero cualquiera que haya vivido un inicio de curso, sabe que en King’s Cross, la línea entre lo normal y lo imposible siempre es más fina de lo que parece.
Atravesar la barrera por primera vez es, en realidad, un rito de iniciación. Ese instante en que el muro queda atrás marca el verdadero comienzo del curso, porque significa formar parte de un universo al que no todo el mundo puede acceder. Dentro del andén, el bullicio mágico es inconfundible: humo mezclado con graznidos de lechuzas, gatos maullando desde jaulas, baúles chocando entre sí y la locomotora vibrando como un dragón impaciente. Y cuando el tren finalmente se pone en marcha, con pañuelos agitados desde el andén y corazones latiendo más rápido de lo habitual, uno no puede evitar pensar que King’s Cross no es solo una estación: es la puerta de entrada a un año entero de historias por vivir, pasillos por recorrer y secretos que aguardan en Hogwarts.



Deja una respuesta