La quietud del silencio acunaba la intimidad de dos seres que se descubrían en aquella misma intimidad, donde la vida transcurría lentamente, como ha de hacerlo una gota de lluvia cuando impacta en el cristal de una ventana. El silencio era vago, se dejaba amoldar por la suave respiración de su amante, aquel que yacía adormecido a su lado, tan natural e inmaculado, vívido.

No podía dejar de admirarlo desde su contemplación taciturna, esmerándose así, pues, para que ese cuerpo suyo no fuera un estorbo ni mucho menos un intruso frívolo entre las sábanas, cojines y almohadas calaverescas. Pero él, como bestia nocturna y morador del silencio, alzó la diestra para retirar los bucles oscuros que bañaban las costas cálidas de los pómulos del híbrido, retirándolos suavemente, casi sin rozar su carne, deleitándose del aroma que manaba de él como un elixir vital. .

Los labios fueron los primeros en ser necios y romper el silencio con su suave tarareo, ronco, íntimo, pero dulcificado por la lluvia y el eco de la estancia que aún estaba en 'construcción', poco después del manso sonoro llegaron las palabras, que envueltas en frases rítmicas se unieron a una canción ralentizada y tímida. – I just woke up from a drem... Where you and I had to say goodbye and I don't know what it all means... - No era el mejor, ni tampoco el más bueno. Jamás llegaría a poseer la voz de un tritón, ni tampoco de un veela o un cantante profesional como al que estaba imitando, curiosamente se daba un aire de parecido a la hermosa criatura a la que le dedicaba aquellos versos. – But since I survived, I realized... - Hizo una suave pausa que llenó sus pulmones de aire, y, por ende, la caja torácica se movió, abrazando esas nuevas notas acústicas. – Wherever you go, that's where I'll follow, nobody's promised tomorrow... So I'ma love you every night like it's the last night. – La voz del Lestrange fue lentamente apagándose hasta volverse un murmullo, pues otra vez aquellos dedos decidían abrirse paso para acariciar, esta vez sí, la iridiscente dermis del híbrido. – Like it's the last night...If the wordl was ending, I'd wanna be next to you... If the party was over, and our time on Earth was through.. –El pulgar acarició la línea curva del labio inferior de su amante.

– I'd wanna gold you just for a while...And die with a smile. -

El estático rumor análogo a las 'chicharras' de verano se abrió paso, con su retintín, por los recovecos de la habitación. En unos instantes la cocina colapsó en melodías estridentes, sustituyendo las canciones de ópera, teatro italiano y las delicadas piezas de piano que algunas veces escuchaba. ¿El motivo? Simple, había olvidado un hecho básico en la vida de un ser humano muggle corriente; y es que a veces dicha especie gusta de utilizar los patios interiores de los edificios para comunicarse, e inclusive, deslizar objetos de necesidad, así como exhibir prendas para nada aceptables debido a su carácter íntimo.  ¿Pero qué podía opinar él? Si se había vuelto un experto en retirar esas prendas molestas para abrirse camino a otras experiencias.

Con un chasquido molesto, deslizó rápidamente las páginas del libro que retenía entre sus dedos, cerrándolo con un gesto hastiado puesto que no deseaba que esa música despertara a su compañero en la eternidad, o que interrumpieran su descanso.

Ni siquiera la tela rinconera del sofá emitió ruido alguno cuando deshizo su cómodo asiento, ni tampoco la madera del suelo crujió a los pasos del vampiro, que como céfiro caminaba sin ser visto; y finalmente, su entidad llegó a la ventana posterior del departamento, comprendiendo la magnitud de los sonidos: Primero apoyó las palmas de las manos en la ventana y después afianzó su posición cerrando los puños y deslizándose hacia el exterior sólo dicha. La música golpeó su rostro, revolviéndole inclusive, los rizos alborotados del flequillo.

Era una voz paradójicamente familiar, aunque nunca hubiera escuchado dicho timbre, envuelta en la melodía menos esperada, pero cercana y hogareña. – APT APT APT APT. – El joven Lestrange parpadeó, conocía la canción sin siquiera conocerla,y ello lo extrañó. ¿Acaso Kilian puso dicha música y él no prestó atención? Era murciélago muerto de ser así. ¿Tal vez la escuchó tararear de sus labios? El rubio inclinó aún más el torso hacia delante, exponiéndose al vacío del patio interior sólo para reconocer que su percepción parecía separar las tonalidades de la voz y analizarlas en algún espacio de su mente, aunque sin ubicar su sentido.

Como si el híbrido cantase en estéreo y a pleno pulmón, llenando todo el patio de esa esencia característica, alegre y dinámica.

De pronto una señora asomó la cabeza y sonrió, moviendo los labios hacia arriba para elevar la sonrisa y sus regordetas y sonrosadas mejillas. - ¿QUÉ, TE GUSTA? ¡A MÍ ME ENCANTA! – Chilló, y a continuación lo último que vio de ella fueron sus manos zarandeándose junto a un baile que se perdió en el fondo de la ventana. - ¡MARY APAGA LA MÚSICA! – Escuchó poco después, una ventana más abajo. - ¡Con tanto ruido se me van a separar las pepitas de chocolate del bizcocho! – El Lestrange echó el cuerpo hacia atrás, dándose un pequeño golpecito en la coronilla de la cabeza, avergonzado y pillado escuchando 'esas canciones' muggles que 'tanto detestaba'.