[FIC] Sobre estridentes memorias tersas-reverberantes

Publicado por Elián Idriswenjellu, Nov 30, 2025, 10:53 PM

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Elián Idriswenjellu Aprendiz DRCM
Elián intentó salvar a Khanthus de una detonación de metralla y gas lacrimógeno dejada por el ejercito muggle a unos metros de ellos, justo dónde el colectivo más ferviente de magos y brujas estaban en su apogeo declarando intenciones contra la traición que el rey Philipp hizo a la Comunidad Mágica, una declaración de principios en la que comenzaron a hacer temblar el suelo. En cuestión de días las cosas van a escalar con tanta fuerza que no solamente será una batalla cultural, Elián estará en medio de todo. Nunca del todo aceptado en el mundo muggle, nunca del todo aceptado en el mundo mágico porque su padre sigue siendo muggle y sigue siendo parte de su propia existencia, por eso se confunde tan bien entre las multitudes aunque las propias multitudes lo discriminan porque entre muggles hay preferencias. Este maldito mundo de mierda es gobernado por quienes velan por sus propios intereses. Elián intentó salvar a Khanthus de la detonación pero no alcanzó a evadir la explosión.

Es una noche muy diferente a las demás, aunque el cielo esté saturado y las estrellas están presentes y la luna brilla en tonos hueso y beige se siente la dilución de una vida que no volverá. Elián ha llorado y lamentado tanto durante un día entero y una noche entera que en el momento en el que se levantó de su cama y decidió huir de casa para reunirse con Qamar dónde quiera que esté se vio a si mismo como alguien que ya no podría llorar más. Era solo un niño pero decidió convertirse en un adulto si así puede tener la fuerza de hacer lo que le plazca. Cargó una mochila, la llenó de ropa (era muy joven para pensar en comida, pasajes, cobertores o siquiera papel de baño) y abrió la ventana jalando el pestillo de gancho, recibiendo el viento nocturno de Glasgow con una fuerza que le hizo temblar pero no cortó su inspiración. Lo que cortó su escalada y el tener un pie fuera del departamento fue la sombra trémula que desde la oscuridad dijo:

¿Por qué te vas?

Quiero ver a mi amiga. —Elián podría lanzarse y caería bien, no es tan alto—.  Está lastimada... ¿no? Si está lastimada solo hay que cuidarla, cubrirla y se va a curar, así se curan heridas.

Oh, El... E... Es algo que dudaría de pensar que suceda de esa manera, pequeño.

Pero tengo que ir con ella —Elián se encogió porque alzó mucho la voz, regresó al interior del cuarto y se escondió debajo de sus sabanas tan rápido como pudo. Sus padre entró a la habitación. Desde lo que pasó no ha visto a su madre, pero Elián escuchó a su padre murmurar algo, atravesar la habitación y cerrar el pestillo de la ventana. Cuando se quedaron solos otra vez él y la sombra trémula sacó la cabeza de las sabanas y se sentó, susurró—. ¿Qué te importa lo que haga?


Solo sé que si te vas, no la vas a encontrar

Sí lo haré, ella estará viva, lo siento, puedo sentirlo, ella no se iría así, sin... sin decir nada, necesita mi ayuda —Elián se bajó de la cama y en un nuevo silencio se dirigió a la ventana, abrió el pestillo y empezó a escalarla por segunda vez—. Solo debo... seguir el río.

Espera —la sombra trémula casi sale del refugio de oscuridad que la cubre, casi jala toda la negrura del rincón y se abalanza sobre Elián, quien podría jurar haber distinguido algo pero ni una memoria reverberada por un intenso traumatismo cerebral muchos años después puede recuperar ese detalle, solo las siguientes palabras—. Confía en mi y te ayudaré cuando sea el momento

Elián no quería creerle a nadie más y se preparo para saltar de la ventana. Hace frío, hace viento y hace una soledad tremenda en el centro de Glasgow, una que no se cura con resiliencia, Elián ya decidió que debía convertirse en un adulto si quiere ser capaz de valerse por sí mismo. Se agarró del borde de la ventana, miró hacia abajo, sintió miedo, inhaló, exhaló, y saltó.

Fue devuelto inmediatamente al cuarto con una mano cubriendo su boca, pataleó y comenzó a quejarse.

Hey, hey, espera, shhh... Pequeño león, sigo siendo yo —Elián no podía ver la cara de la sombra trémula, su cuerpo es oscuridad y más oscuridad, curiosamente un cuerpo cálido y casi familiar, pero un cuerpo de sombras que hasta ese momento no reflexionó si se llegaba a alojar en su habitación, le sigue cubriendo la boca y le retiene aunque se sacuda y patalee, quiere gritar pero la sombra no cede—. Calma, calma.

Elián despertó en una camilla y se sentó tan rápido como pudo. Le duele el cuerpo, cara, oído y brazos. Tiene una venda en el abdomen y está comenzando a cansarse de llevar su propio cuerpo al límite ¿Pero que esperaría que sucediera después de... de... de que la sombra trémula, no, Khanthus, de que Khanthus, Khanthus y él, estuvieran en medio del fuego cruzado entre el ejercito muggle y la Comunidad Mágica. ¿Dónde está Khanthus?

Khaly —las camillas a ambos lados tienen personas que no son su khaly y la de enfrente tam...—. ¡Mh!

La madre de Elián, Farah, está de pie delante de su camilla. Es natural que esté ella sola, su padre no es muy audaz para ingresar a recintos mágicos, peor eso no hace menos sorprendente que Elián sintió una oleada de incomodidad e impotencia al verla ahí, delante de él. Farah no dijo ni una palabra los primeros segundos en los que su mirada intensa y concentrada penetró lentamente a Elián, una de sus manos está aferrada al barandal de hierro del frente de la cama y lo presiona con cierta fuerza. Elián tampoco intercambio palabras, solo fue una conversación silenciosa madre-hijo de miradas, sin movimientos, como si fueran leones a punto de delatar su siguiente paso y descubrir si el otro es amistoso y hostil. Pero Farah empezó a llorar.

Abni aljamayl —Elián apenas está consciente, apenas puede mantenerse sentado como para ver en que momento su madre se acercó y le rodeó con los brazos, le acarició la cabeza, le hizo recargarla en su hombro y en su confusión redescubrió por primera vez en muchísimos años que Farah sigue oliendo a jazmín como cuando era niño—. Lo siento tanto, muchísimo, lo siento, lo siento, lo siento.

Elián intentó levantar los brazos, no estaba procesando correctamente, su toque era familiar, fuego y suavidad, todas las cosas juntas, apenas lo soportó, apartó los brazos de ella, le hizo soltarlo pero el dolor del abdomen hizo que Elián se recostara otra vez con un quejido.

¿Qué te pasa, lua?—Se intentó sentar otra vez, Farah intentó ayudarlo y él se negó apartando un brazo cuando se acercó a tocarlo, otro cuando intentó una segunda vez—. No, ve allá, no, no me toques ¡No!

Otros pacientes los miraron pero a Elián no le importo porque solo podía mirar a su lualida. Ella está llorando, él no, pero ella tuvo que aceptarlo, tuvo que retroceder hasta que estuvo delante de la cama otra vez.

¿Qué quieres? ¿Tú me trajiste aquí? ¿Dónde está Khanthus? —Elián encontró la almohada que debió ser para su cabeza, la apoyó en el respaldo y pudo recargarse con un quejido y un siseo de dolor—. Mierda

Parte de la sorpresa que le genera el saber que está en San Mungo y que está con su madre y que además su madre parezca tan angustiada como para abrazarlo como lo acaba de hacer es que además no dijo absolutamente nada sobre su uso de una palabra altisonante.

No lo sé —fue la respuesta de Farah. Elián aumentó el juicio de su interrogatorio intentando mover las piernas para sentarse en el borde y levantarse para preguntar él mismo a algún interno, Farah intentó detenerlo pero él siguió apartando brazos y piernas para que no lo toque, hubo otro intercambio de negaciones e intentos hasta que ella se rindió pero Elián de todos modos no pudo ponerse de pie, las piernas están tan adoloridas como sus brazos, se  quedó sentado en el borde de la cama mirando hacia abajo, con la vista nublada y algo mareado—. No lo sé, Asterí, estoy diciendo la verdad. Te habían arrestado después de que fuiste golpeado por una granada antidisturbios.

¿Qué carajos es una granada antidisturbios? Fue un detonador de metralla. Me clavaron metal en el cuerpo intentando proteger a mi Khaly. Estábamos... estábamos...

Estaban intentando pelear contra el ejercito del rey y salvar tantos magos y brujas como pudieran —Elián se quedó callado pero no negó lo que dijo su madre, ni siquiera sostuvo la mirada mientras ella continuaba—. No tienes que intentar evadirlo. Sé lo que hiciste... Hice todo lo que pude para evitar que te llevarán así, herido, a prisión, pero lo sé. Te traje aquí pero no me quedé a ver a Khanthus. Estará bien, es un chupasangre después de todo.

¡Vampiro! —el exabrupto de Elián hizo que su madre diera un pequeño respingo—. Y aun siendo un vampiro él es el ayilat que me acogió después de que tú y mi padre llevaran años haciendo de mi vida un bote de basura de frustraciones. Fui tu peón durante años, hice todo lo que me pediste para hacerte sentir orgullosa y nunca funcionó, siempre había algo que hacía mal y ahora mismo que estoy aquí y así es cuando te preocupas más.

Farah intentó decir algo, pero Elián no le dejó continuar:

Años y años y años. Intentaba hacerlo bien, todo, madre, todo. Intenté hacerte sentir orgullosa porque me creí tu cuento de que no era suficientemente buen hijo. Cometí el error de hacerme amigo de un kelpie ¿Y que pasó? Te hirió de muerte y desde ahí fui el peor hijo del mundo y te desquitaste por años conmigo después de eso. Me hiciste una vida en la que debía pensar en lo que tú y mi padre querían, todo el tiempo, todos los días, todas las horas. Complacerte se llevó mi adolescencia, se llevó parte de mi infancia. Cumplí los 18 años sin saber qué demonios estaba haciendo más que cumplir tus caprichos ¿Nunca seré suficiente para ti? Antes me dolía pensarlo, hoy ya no me importa, porque es mi vida y ahora yo hago mi ayilat y si mi ayilat es con gente que a ti no te agrada tú y mi padre pueden irse por dónde vinieron, porque es mi vida.

Un interno del hospital se acercó a ellos para pedirles, más que preguntarles, que debían guardar silencio y conservar la calma o tendrán que pedirles que se retiren, sí, a ambos, porque independientemente de que Elián pudiera recuperarse más rápidamente con magia hay muchas heridas de su cuerpo que necesitan una observación rigurosa, mundana, para garantizar la máxima efectividad de su curación y él decidió que si quería recuperarse debía seguir esa indicación. Se volvió a acostar, se recargó en el respaldo y apoyó la cabeza en este, mirando hacia arriba mientras su madre, en absoluto silencio, solo puede mantener su lugar y respirar entrecortadamente porque ahora es ella quien llora en silencio.

Y me sorprende que sepas hacer eso, llevo años sabiéndolo hacer —Elián siente en lo profundo de su ser que no debería hablarle así a su madre, pero no puede evitarlo, en algún momento esto tenía que suceder. Tenían que hablar de esto y se desató ahora mismo, cuando no sabe el paradero de su tío y luego la ansiedad creció en su pecho porque su memoria reverberó una segunda vez cuando pensó en Cadmus y en Jonathan, en Naima, Khanthus, Zion, Cheryl... ¿Dónde estarán? ¿Estarán bien? ¿Dónde estará Marius,  Archie, Ivar incluso o Bastián? ¿En que momento tantas personas alojadas en su ser se convirtieron en una bendición maldita por agujas que se clavan en su cuerpo cuando la incertidumbre le inunda, le ahoga y le jala más allá de la razón por un valle de  impotencia? Elián subió una mano a su pecho porque comenzó a dolerle y le hizo quejarse—. Mh...

Una vez, cuando llevaba unos cuantos días pasados desde que tuvo un... primer encuentro con Cadmus, Elián estaba sentado en el barandal de piedra de uno de los caminos adoquinados que cruzan el parque construido sobre las madrigueras de Hufflepuff. Estaba pensando seriamente en borrarse su propia memoria y no recordar a Cadmus, ni sus labios, ni su cuerpo... pero decidió no hacerlo porque algo dentro de él, quizá orgullo, quizá curiosidad, quizá... deseo, le evitó hacer la floritura, el resto es historia.

Elián está sufriendo un ataque de pánico, no puede respirar, todo se vuelve nuboso. Su pecho va tan rápido que le podría explotar.

Otra vez, cuando llevaba una semana o dos de conocer a Jonathan, Elián pensó que no valdría la pena, que no sería suficientemente bueno para ser amigo de alguien que podría congeniar con cualquiera... sí, eso lo convertiría en alguien que no sea cualquiera, sino un nadie. Pensó que sería tan sencillo alejarlo de él simplemente llegando un día y dándole un puñetazo hasta hacerlo sangrar, insultarlo, empujarlo, ignorar su confusión... evitarle el sufrimiento y el esfuerzo de intentar ser su amigo, pero algo lo evito... Quizá fue una sensación primigenia, más vieja que cualquier otra que denotaba el Colegio. Cuando conoció a Naima su curiosidad le empujó a querer saber más de ella y la coincidencia estelar de encontrarse en el mismo jardín lo jaló hacia su presencia. Cuando conoció a Archie le acribilló con flechas electrificadas, fue patético, lo vio tonto, lo vio... débil, pero luego se reflejó a sí mismo. ¡Una y otra vez terminó decidiendo por el camino de la cordialidad! Decidió hacer amigos y no sentirse solo ¿Por qué? ¿Por qué no apartarlos, insultarlos a todos  y decirles que se vayan a la mierda? ¿Por qué no lo dejan solo con su porquería de ser y vida? Cada vez que encuentra a alguien nuevo, ha aprendido a intentarlo, cada que encuentra a alguien nuevo, solo, triste como él en una forma u otra lo entiende, y lo intenta. Aunque ese sentimiento lo abrume porque siempre está ahí, en cada palabra, acción, gesto y palabra aunque se reprima por el pánico de estar habituado a una soledad repelente. Es el sentimiento de querer sentirse parte del mundo que le rodea. Cuidar a otros para que no sientan la soledad que él siente todos los días.

Cuando Elián despertó después de una estabilización exitosa su madre estaba sentada en la cama, mirándolo, más cerca y casi tocando su brazo con su mano pero ahora Elián estaba tan cansado que no le importó lo que hiciera, simplemente sostuvo su mirada.

Mira, Elián —Farah intentaba mantener la calma. Llevando una mano a su abdomen, la apoyó ahí—. Nunca fue tu culpa, lo que pasó. Tienes razón, no debí poner sobre ti la carga de todos, no debí permitir que vivieras eso. Todos sufrimos ese día y...

¿Todos? Llevo años arrastrando tu sangre en mi memoria, madre —Elián habla con la ira cargada, pero casi como si susurrara porque además de que no se está moviendo, intenta respirar entre oraciones para mantener la calma, no quiere un segundo ataque de pánico—. Todo lo que vi fue sangre, tu sangre, mi sangre, la sangre de Qamar.

Es que no fue solo mi sangre —el temblor en la voz de Farah hizo que Elián no entendiera y su ira fuera sustituida, apaleada, destruida, por un velo gigantesco de confusión, tanto que no continuó, la dejó hablar—. Yo tampoco supe qué hacer, yo fui la irresponsable, debí cuidar más de ti y entendí que no era lo suficientemente fuerte para protegerlos a todos, hice sacrificios. Pero me volví loca y después era quien no podía soportar sentir su sangre en mis manos todas las noches, en cada sueño, en cada pesadilla.

¿Su sangre...? ¿Dé qué...?

Por favor, Elián, entiéndelo, escúchame. Tenía 4 meses embarazada y era tu hermano o tú.
Ultima modificación: Nov 30, 2025, 11:07 PM por Elián Idriswenjellu
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