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Baúl de Morgana Le Fay

Publicado por Morgana Le Fay, Sep 07, 2024, 03:40 PM

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Morgana Le Fay Líder Mortífago
La luna menguante reposaba sobre el cielo junto a un par de estrellas que brillaban tímidamente en la basta oscuridad. Las montañas eran meras sombras que, desde la lejanía de aquella torre, no parecían tan amenazantes. El río a sus pies fluía con total paz, siguiendo la corriente hasta un océano desconocido donde moriría para renacer de nuevo en un ciclo que nunca parecía terminar. Si lo pensabas bien, era una vista asombrosa, a la par que desoladora. No había nadie en las inmediaciones del castillo de Avalon, todo era un silencio perpetuo e imperecedero que tan solo Morgana era capaz de romper a placer. Mas la hechicera no deseaba aquello; no esa noche, al menos. Había mandado al servicio ir a acostarse, pues no quería que nadie la molestase en lo que duraba aquel camino que estaba dispuesta a emprender de una vez por todas. Lo había postergado durante mucho tiempo, pero debía empezar a asumir la realidad tal y como era: necesitaba un apoyo en la cruenta batalla contra Merlín y sus seguidores. Por mucho que le costara asumir y reconocer, iba en desventaja. La carrera por alcanzar la cima del mundo estaba llena de peligros, pero ella había tropezado ya con la misma piedra demasiadas veces, más de las que se permitía llegar a contar. Necesitaba un aliado poderoso, uno en quien confiar todos sus miedos y compartir sus victorias. Alguien a su mismo nivel en poder e influencia. Alguien a quien amar. Alguien con quien no sentirse sola en el poder. Beleth descansaba entre sus brazos, agitado en sueños. El comportamiento del bebé había variado de un mes atrás hasta ese mismo momento. Dormía más que de costumbre y, cuando lo hacía, parecía que estaba deambulando entre las pesadillas de su pequeña mente. Morgana sabía cuán poderosa era esta, qué podía traer al mundo, llegando incluso a materializarlo. Lo había vivido entre sus propias carnes: su castillo había sido destruido no hacía demasiado. Y es que tampoco podía permitir que una fuerza así se saliera de control cada poco tiempo. Necesitaba que su hijo controlase ese don que poseía y utilizarlo a su favor, a favor de la causa y, sobre todo, a favor de los intereses de su madre. Por eso, tras cerrar los ojos y aceptar que era la última noche en la que vería a su hijo así, decidió acostarlo en su cuna con delicadeza. Tras ello, tomó un frasco de cristal cuyo contenido era una poción de crecimiento acelerado que ella misma había elaborado, y se la dio de beber a Beleth. Una lágrima nació de su párpado izquierdo, recorriendo sus pómulos hasta morir en su cuello. La mano le temblaba mientras el niño tragaba, inocente e inconsciente. Y, entretanto, todo seguía en calma. El mundo seguía girando como siempre. Las estrellas todavía brillaban en el firmamento, acompañando a la luna en aquel período infinito. Pero no para Morgana. Para ella, su vida terminaba en ese mismo instante.
Usé la poción "Poción de Crecimiento Acelerado"
[Año 1]

Morgana Le Fay Líder Mortífago
Era mediodía cuando las sirvientas de Avalon preparaban el baño para Beleth, ajetreadas y nerviosas. Podía parecer una tarea simple: llenar con agua, organizar los jabones y lociones para la piel de un bebé y llevar todos y cada uno de los juguetes que este utilizaba durante su aventura marina; pero nada más lejos de la realidad. Era toda una odisea acondicionar el baño bajo la supervisión de alguien como Morgana Le Fay. Cada cosa debía estar meticulosamente dispuesta, en su sitio, organizado y pulcro. Un error podía suponer la expulsión del castillo y, por razones más que evidentes, la pérdida de memoria. Así que, lo que era prácticamente una tarea diaria, se convertía en un deporte de riesgo. Mientras tanto, Morgana estaba en la sala contigua a sus aposentos, echando los últimos ingredientes de la poción que le suministraría a su hijo. Este ya había empezado a hablar, a pesar de que aquello que decía era prácticamente inteligible y carecía de un sentido lógico y gramatical. Ahora bien, Beleth era un niño con capacidades que superaban a las de cualquier otro infante de su edad. Era observador, silencioso y casi podía decirse que refinado. Todo un galán para tan corta edad. Era el orgullo de su madre y, aunque le gustaría exhibirlo más a menudo, sabía que eso supondría ponerle en un riesgo totalmente innecesario. Un ruido ensordecedor se pudo escuchar a lo lejos, lo cual encendió todas las alarmas de la hechicera. Se oía a Beleth llorar, por lo que no perdió tiempo. Cerró el vial y, con su varita en mano, marchó corriendo a ver qué estaba ocurriendo. Mas nada parecía fuera de lo normal allí donde todas las sirvientas y el niño se encontraban. Tan solo una ventana se había abierto de repente y un viento gélido entraba por esta. Eso era lo único que hizo levantar un ceja a Morgana, puesto que se encontraban en verano y no era usual que la temperatura bajase de aquella forma, aunque se encontrasen en un territorio montañoso como Avalon. Suspiró aliviada y, tras cerrar los ventanales, despachó a sus sirvientas, quedándose tan solo con su hijo, quien esperaba sentado en una cuna con los ojos llorosos a que su madre lo cogiera en brazos. Antes de ello, destapó la poción de crecimiento acelerado y se la dio de beber de forma pausada, para que tragase sin atragantarse. Él no rechistó, pero miraba fijamente sus pupilas, como si conociera las intenciones de su madre. Mas no era la poción lo que rondaba la pequeña cabeza de Beleth. Y es que el todopoderoso infante no podía obviar las voces que resonaban en su cabeza, que hablaban en pequeños susurros.
Duerme, pequeño. Vuela a un mundo que sea solamente tuyo, donde puedas dar forma a todos tus sueños.
Usé la poción "Poción de Crecimiento Acelerado"
[Año 2]
#1

Morgana Le Fay Líder Mortífago
Beleth había crecido, pero todavía faltaba mucho para que llegase a la edad que su madre deseaba. Los vestidos y baberos habían quedado atrás, así como las cunas y los biberones. Se estaba haciendo mayor, pero Morgana quería que pasara más rápido el tiempo para, por fin, poder entablar una conversación madura con él. En ese momento el niño decía cosas, frases largas, pero carentes de sentido y más bien centradas en sus propias necesidades. Mamá, quiero comer; mamá, quiero jugar; dormir, dormir, dormir. Aquella era la actividad favorita de su hijo: descansar. Por alguna razón que la hechicera desconocía, pasaba más tiempo durmiendo que despierto, lo cual hizo que germinase la semilla de la duda y la preocupación en el corazón de Morgana. Podía ser una gran hechicera, la que tenía el objetivo de balancear el mundo y diseñarlo a su propia medida. Pero, al final del día, no era más que una madre. Y, como toda madre, miraba por el bien de su hijo. Tal vez eso fuera su perdición, ella lo sabía. Amar podía ser una debilidad, un punto flaco que favorecía a los enemigos. Ya lo había sufrido en sus propias carnes cuando perdió a su primer hijo... mas estaba decidida a que no volviera a ocurrir. Por eso lo haría crecer. Por eso le enseñaría todo lo necesario para enfrentarse a sus mayores miedos. Por eso lo instruiría, le enseñaría la verdad del mundo. No cometería los mismos errores. Por ello, estaba siempre atenta. Alrededor de Beleth sucedían todo tipo de eventos extraños: los animales se acercaban a la linde del bosque para observarlo jugar, el clima parecía cambiar cuando el humor del niño se veía alterado y todos se sentían mucho más débiles, como si les estuvieran drenando la energía. Las pesadillas habían terminado. Ya nadie pasaba una mala noche desde que la criatura comenzó a tomar consciencia de sí misma. Y, aún así, nada era suficiente. Necesitaba más edad, más inteligencia, más raciocinio. Morgana creaba la pócima y, cuando era el momento, siempre le daba la poción de crecimiento acelerado. Porque todo era minúsculo comparado a las hazañas que algún día aquel pequeño haría.
Usé la poción "Poción de Crecimiento Acelerado"
[Año 3]
#2

Morgana Le Fay Líder Mortífago
Morgana se cuestionaba si de verdad la poción estaba cumpliendo su función de manera total o solamente de forma parcial. De forma externa, su hijo crecía semana tras semana, en altura y complexión. Mas su mentalidad parecía anclada en un punto lejano a la realidad, como si estuviera perdido en un basto mundo interior que su madre no pudiera alcanzar. Lo estaba intentando todo: lo llamaba por su nombre, le enseñaba todas las artes y conocimientos posibles día tras día y, aunque sí que le prestaba atención, de un momento a otro tenía la cabeza gacha y se observaba las manos mientras toqueteba un bloque de madera. Sus rasgos también se transformaban, pero su mirada parecía congelada en el tiempo. Eran unas pupilas oscuras, casi negras, que transmitían un aura de misticismo y, sobre todo, serenidad. Siempre estaba serio, no reía, sus labios estaban sellados en una expresión perenne de apatismo. Mordred, su anterior hijo, siglos atrás, había sido todo lo contrario: una explosión de energía que, en algún punto, se volvió oscura. Tenían cierto aire, dado que ambos irradiaban poder por cada uno de sus poros, pero eran contrarios en todo lo demás. Y es que, aquel bloque que siempre llevaba, era su juguete favorito. No tenía nada en especial. Era de madera y formaba parte de una colección que se utilizaba para los más pequeños para que realizaran construcciones y así trabajasen su imaginación, coordinación y equilibrio. Cuando no estaba estudiando con Morgana o algún otro profesor particular, Beleth podía hallarse en su sala de juegos, jugando con sus bloques de madera. Lo hacía en silencio, como si le fuera la vida en ella. Construía ciudades enteras, con sus calles y avenidas principales. Designaba espacios concretos a zonas que, debido a la reclusión en la que se encontraba, ni siquiera debería ser capaz de conocer. Morgana encontró cierto patrón en esas ciudades pero, cuando preguntaba, la única respuesta era el silencio. Así que, con la esperanza de que se lo contara una vez creciera, la gran hechicera le dio de beber de nuevo la poción de crecimiento acelerado. ¿Abriría el niño algún día el corazón a su madre?
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[Año 4]
#3

Morgana Le Fay Líder Mortífago
La bruja se detuvo en el umbral de aquella habitación que con tanto celo mantenía protegida de cualquier visita u ojo indiscreto que quisiera acercarse a su hijo. En su diestra descansaba una pequeña copa de cristal donde descansaba aquella pócima que venía haciendo que su pequeño retoño consumiera. Allí, en la intimidad de aquel cuarto, Morgana se apoyó contra el marco de la puerta para observar el cuerpo del infante. El pequeño Beleth reposaba boca abajo en su mullida cama con dosel. El cobertor de color azul oscuro con pequeñas filigranas de plata lo tapaba hasta la cintura. Sus codos estaban apoyados sobre una pila de almohadas de colores y su rostro estaba volteado en dirección a la cabecera de la cama. Sus ojos claros posados sobre la lisa pared. Ni siquiera se había percatado de la presencia de ella. Murmuraba palabras por lo bajo. Frases que apenas podía captar como "un campanario por aquí", "una plaza por allá" o "estos árboles seguro se verían bonitos ¿No crees?". Una angustia embargo el corazón de la bruja al ver ese crecimiento acelerado ¡Como hubiese deseado poder verlo crecer a su tiempo! Pero ella sabía que el tiempo apremiaba y no podía esperar. Con un andar grácil ingresó al dormitorio y se dirigió a la cama, para sentarse a su lado. Con la delicadeza propia de una dama apoyo la copa en la pequeña mesa de noche antes de poder acariciar sus hebras castañas -¿Qué es lo que estás haciendo mi pequeño príncipe? – Morgana no podía evitar sentir algo de curiosidad al escucharlo hablar solo. En su fuero interno no podía evitar sentirse un poco preocupada por todos aquellos momentos donde lo veía perdido, sumido en sus propios pensamientos sin prestar atención a nada más. -Nada. Solo sueño- Su respuesta tan infantil le sacó una sonrisa a la mujer -¿Sabes que en los sueños podemos ser lo que queramos?- Su curiosidad inocente era contagiosa y ella esperaba que el niño pudiese mantener aquel pensamiento durante toda su vida. Con tranquilidad estiró su mano para tomar aquella copa y entregársela. De buen grado el pequeño infante la tomó y bebió el contenido de aquella poción de crecimiento acelerado para luego acostarse mientras su madre lo arropaba. Hacía mucho tiempo no lo hacía pero desde el fondo de su corazón nació una nana, aquella que le cantaban cuando también era una niña inocente y llena de sueños como lo era su hijo ahora.
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[Año 5]
#4

Morgana Le Fay Líder Mortífago
- ¿El universo es tan inmenso como nuestra imaginación?- su pregunta estaba cargada de inocencia y sus ojos claros fijos en el oso de peluche vestido como druida que tenía en la mano, pues no terminaba de comprender aquella frase que había escuchado decir. A veces utilizaba palabras que le resultaban complicadas de entender pero a su vez había como una extraña conexión entre ambos que le hacía aprender y entender todo con mayor facilidad. Se quedó pensativo y se recostó en la cama nuevamente, tapándose con un cobertor abrigado de color azul oscuro con planetas brillantes bordados sobre la superficie. Le gustaba el universo, porque siempre había cosas nuevas de las cuales aprender. Le habían dicho que el poder de los sueños era similar al universo, que podía crear vida y también quitarla. Que era mucha responsabilidad pero al ser un niño grande consideraba que podría afrontarlo con compromiso. - Entonces... si yo quisiera que el cielo se viera como el universo ¿Podría hacerlo? Porque estoy seguro de que le gustaría- a su corta edad de seis años, Beleth ya comprendía muchas cosas que otros niños de su edad no podrían entender y era ese mismo motivo el que le hacía sentirse obligado a hacerlo bien. El niño se incorporó, mirando a su alrededor unos momentos antes de quitarse el cobertor para poder bajarse de la cama con Nirmel, su pequeño oso, y acercarse a la pequeña ciudad de bloques que estaba construyendo sobre la colorida alfombra. Poco a poco todo aquello tomaba forma en su cabeza y lo trasladaba a aquellos bloques. La puerta se abrió y el niño levantó la mirada, la cual se tornó brillante por unos instantes al ver a su madre allí. Le gustaba cuando ella venía a verlo. Le hacía feliz que lo quisiera y no había nada que él deseara más en el mundo que eso -Mira Madre ¿Es de tu agrado? - Su voz sonó esperanzada e infantil mientras señalaba los bloques. Morgana le sonrió mientras se acercaba a él. Verlo crecer de aquella manera tan apresurada le generaba congoja a su corazón pero no podía echarse atrás. Ella haría todo para protegerlo -Te ha quedado hermoso hijo mío –  Se sentó a su lado, con su vaporoso vestido esparcido sobre sus piernas mientras tomaba al pequeño niño para sentarlo sobre las mismas -Lo estoy haciendo para ti Madre. Pero todavía no está terminado- No sabía si ella podría visualizar todo como él lo hacía. Pero pronto estaría todo listo. Morgana observó a su pequeño hijo abrazar a ese oso que antes no había visto -¿De dónde ha salido ese oso, hijo? – Le causaba curiosidad el peluche castaño con esa vestimenta verdosa de mago -Me lo regaló la Nana Remilan- Le respondió enseñándoselo. Remilan era una de las criadas del castillo que pasaba más tiempo con el joven heredero. Morgana asintió mientras le entregaba el pequeño frasco con la poción de crecimiento acelerado que debía administrarle. Beleth ni siquiera rechistaba al tener que beberla y ella se quedaba tranquila de que todos sus planes iban viento en popa.
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[Año 6]
#5

Morgana Le Fay Líder Mortífago
El niño se había quedado en silencio, mientras miraba por la ventana el hermoso paisaje de Avalon. En muy raras ocasiones salía de su habitación para ir a aquel estudio pero había ciertos momentos en donde necesitaba de aquella vista para despejar su cabeza. A pesar de su corta edad, el niño había momentos donde se sentía abrumado de su poder y de la responsabilidad que conllevaba eso. Había perdido la noción del tiempo que se había quedado mirando aquel paisaje digno de una pintura hasta que volvió la mirada hacia la inmensa hoja que tenía frente a él. Los trazos que estaban dibujados parecían completamente inconexas pero para él tenía toda la lógica - ¿Lo estoy haciendo bien?- La pregunta del infante estaba cargada de preocupacion mientras miraba la hoja que tenía enfrente suyo al tiempo que tomaba el pincel para dejar unos trazos más sobre la superficie y se sonrió ante la respuesta -Sí, creo que esta tomando forma pero es muy difícil el poder hacer que lo que veo en mi cabeza se consiga- Dejo escapar un suspiro y dedicó una sonrisa -Tus palabras son un aliento. No me daré por vencido- Para el infante, aquella compañía era indispensable para su vida y para poder comprender y controlar sus poderes. Morgana abrió la puerta de la habitación de su hijo para encontrarla vacía. El ceño de la mujer se frunció mientras daba media vuelta para alejarse. Había pocos lugares que su hijo visitaba y el primero que fue a ver era el estudio. La habitación no se veía tan grandiosa como el resto. Llena de libreros de madera gastada y un sinfín de tomos en todos los idiomas pero con una de las vistas más hermosas de todo el castillo. Apoyó su mano en el manillar y abrió la puerta, sin embargo la imagen que vio la dejó paralizada. Su hijo estaba sentado frente al escritorio, con la mirada concentrada en una inmensa hoja llena de pintura. Pero eso no era lo perturbador. Allí, aunque fuera por tan solo una fracción de segundo había podido visualizar una figura masculina que tenía su mano apoyada sobre el hombro de su hijo. Pero ahora ya no estaba ¿Acaso lo había imaginado? -¿Beleth? – Lo llamó con calma aunque en su interior tenía el cuerpo temblando. El infante levantó la mirada hasta encontrarla con la suya -Buenas tardes Madre- La saludó con una cálida sonrisa en su rostro mientras la mujer se acercaba a él con aquella copa en su mano, la que contenía la poción de crecimiento acelerado que estaba administrandole a su hijo -¿Qué es lo que estabas haciendo? – Preguntó observando su dibujo mientras le brindaba la copa -Solo estoy pintando algo que quiero visualizar- Dijo el niño mientras tomaba la copa y bebía el contenido de un trago antes de volver su atención hacia el dibujo nuevamente.
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[Año 7]
#6

Morgana Le Fay Líder Mortífago
El niño estaba cansado, todo este cambio estaba llevandose toda la energía que tenía y aunque sabía que debía hacerlo eso no quitaba que lo dejara agotado. A esta altura sentía que todo el día quería dormir, porque era en su mente donde tenía más poder y más control. Allí era donde podía dar rienda suelta a todos los pensamientos que llegaban a su cabeza - ¿Realmente crees que va a valer la pena todo el esfuerzo?- Preguntó en ese tono infantil y esperanzado mientras se dejaba caer de espaldas sobre la cama con los brazos estirados. Sus ojos se posaron en las estrellas que brillaban en el techo de su habitación. Su madre se había encargado de dejarle un encantamiento que convertiría el cielo raso de su alcoba en aquel cielo estrellado que tanto adoraba, para asegurarse de que toda su estancia fuera hermosa en aquel sitio. Su habitación había sido primorosamente decorada y aunque ahora tenía un montón de juguetes por todas partes, el detalle del techo era lo que más le gustaba. Asintió ante la respuesta que escuchó y cerró los ojos unos momentos. Allí podía pensar en todo lo que aún faltaba por hacer, en todo lo que aún necesitaba desarrollar a pesar de su corta edad. Pero sabía que podía hacerlo gracias a la guía que estaba teniendo. Pronto sus planes dejarían de ser solamente eso y realmente tomarían forma. Cuando fuera el momento todo se revelaría. Todo el tiempo invertido habría valido la pena. Abrió los ojos y se puso de pie para salir de la habitación. Recorrer el castillo de Avalon era algo normal para él. Las costas del lugar eran lo que hacía que se sintiera más en calma. Morgana estaba camino al cuarto de su hijo cuando lo vio dirigirse a la salida del castillo. Era la única persona que hacía que su corazón temblara de emoción. Estaba dispuesta a hacer todo por el bienestar de su hijo. Sin embargo al verlo salir, un escalofrío recorrió la espalda de la bruja. No sabía porque pero tenía la sensación de que su pequeño se alejaba cada vez más y más de ella. Como si con cada día que pasara él se sumiera más y más en sus pensamientos  - Beleth – Lo llamó mientras se acercaba a él con aquella copa que contenía la poción de crecimiento acelerado que le estaba suministrando - No deberías salir solo sin avisar a nadie hijo mío – El niño detuvo su avance y se volteo para dedicarle una sonrisa a su madre - Lo siento Madre, solo quería tomar un poco de aire- La mujer se acercó, acariciando su cabello mientras le entregaba la copa que el infante bebió de un trago -Puedes ir a jugar si quieres pero no te alejes demasiado – El niño asintió mientras continuaba su camino. Morgana en ese instante volvió a sentir que estaba perdiendo a su hijo en un lugar al que no podría alcanzarlo.
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[Año 8]
#7

Morgana Le Fay Líder Mortífago
¿Qué era el paso del tiempo? En el castillo de Avalon, la respuesta variaría dependiendo de a quién le preguntaras. Morgana no tenía conciencia sobre este, mientras que todos los que estaban bajo su mando lo consideraban como uno de sus bienes más preciados. Mas para Beleth, el niño que crecía de manera considerable cada semana, el tiempo era un juguete más que poder transformar a su voluntad. No tenía poder sobre este como tal, pero había comprobado cómo podía variar dependiendo del sueño en el que se adentrara. Cuando tenía un sueño alegre, los segundos se le escapaban de las manos y, antes de darse cuenta, se había despertado. Ahora bien, cuando se veía envuelto en una pesadilla, las manecillas del reloj no avanzaban tan rápido. Y eso no le gustaba nada. Lo que no todo el mundo sabía –ni siquiera él se había dado cuenta– era que Beleth era capaz de transformar cualquier mal sueño en el más idílico de todos. Y esa era la verdadera magia. Aunque a veces le costaba mucho hacer dicha transición, porque no se daba cuenta de que las sombras le estaban atrapando. Sí, su mente y cuerpo crecían muy rápido debido al plan de su madre pero, al fin y al cabo, todavía era un niño. A veces se encontraba construyendo con sus bloques de juguete una gran ciudad de todo los colores, un lugar donde poder divertirse cuando quisiera. Lo pasaba muy bien allí, aunque estuviera en soledad. Y era en esos justos momentos, cuando, sin darse cuenta, las sombras le agarraban de brazos y pies, queriendo llevárselo a las profundidades del sueño. Beleth siempre había luchado con uñas y dientes, hasta que lograba que se disolvieran y todo volvía a ser paz y tranquilidad. Mas hubo un día, justo cuando estaba intentando construir un lugar para que quien quisiera pudiera cantar y disfrutar con bellas canciones, que no se dio cuenta de que había sido arrastrado a la oscuridad. Hizo lo mismo que siempre, pero parecía que nada serviría aquella vez. Pensó en rendirse y dejar que aquel vórtice lo devorara y lo consumiera... las voz de su maestro resonaba en su cabeza, el único ser humano a parte de su madre que le había mostrado afecto alguna vez. La luz de su pecho asustó a las sombras, haciendo que retrocedieran, erradicándolas. Beleth también tuvo miedo cuando la vio salir de su interior, por lo que cerró los ojos porque pensó que se quedaría ciego. Al volver a abrirlos, frente a él, había un espejo circular que flotaba a unos pocos centímetros del suelo. Estaba decorado con un marco dorado precioso. El niño se vio a sí mismo, devolviéndose la mirada. Y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió sereno, como si la presión que cargaba sobre sus hombros se hubiera esfumado como las sombras. Acercó su pequeña mano para tocar la superficie lisa y su reflejo le sonrió. - Despierta - dijo. Beleth dio un salto entre los brazos de su madre. Estaba completamente empapado de sudor, pero Morgana estaba allí para acunarle. - Era una pesadilla, querido Beleth. No tienes por qué asustarte. Los sueños no pueden hacerte daño, está todo en tu cabeza. - La hechicera agarró un frasquito de la Poción de Crecimiento Acelerado y se la tendió al chico, quien la bebió sin saber qué estaba ocurriendo. Tras unos pocos minutos, volvió a dormirse, abrazado a su madre, dejándose llevar de nuevo por los sueños, y olvidando completamente lo que acababa de vivir.
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[Año 9]
#8

Morgana Le Fay Líder Mortífago
Por un instante, los ojos del niño recorrieron la inmensidad de lo que estaba observando. Los edificios se erigían altos, con brillantes ventanas y colores llamativos. La negra arena bajo sus pies se arremolinaba y formaba pequeñas ondas antes de volver a su estado normal. La plaza del centro se veía majestuosa. Había una sensación que recorría el pequeño cuerpo del infante al observar su obra. Finalmente, después de mucho esfuerzo lo había conseguido. Estaba agotado. Su pequeño cuerpo necesitaba descansar pero más aún lo necesitaba su mente. -Lo he conseguido- Murmuró ante la magnificencia. Jamás habría creído que era capaz de crear algo tan maravilloso. Tan único. Se sonrió ante la mano en su cabeza que revolvió su cabello con un aire paternal -Aquí todos mostraran su verdadera naturaleza. Nada será imposible en este lugar. - Declaró - Solo con el corazón se puede ver, lo esencial es invisible a los ojos- Caminó hacia el frente, sintiendo la arena rozar sus pequeños pies desnudos. Extendió sus pequeños brazos y volteo para ver a quien había sido su consejero y guía todos estos meses -Este mundo ha sido creado por amor y eso es lo que va a ser más importante. Todos aquellos que posean amor en su corazón podrán ser felices - Llevó ambas manitos a su corazón - Este mundo ha sido creado por amor a mi madre. Porque sabemos que es la mejor del mundo y que por eso solo se merece solo lo mejor - Su sonrisa infantil parecía iluminar todo el lugar. - Quiero agradecerte por haberme enseñado y haberme guiado. Gracias a tus consejos pude hacer mi sueño realidad - Se acercó con un pequeño trote para abrazar sus piernas de manera cálida antes de sentarse sobre la arena a observar su obra con una sonrisa en su rostro. Abrió sus ojos, sintiendo la mullida almohada y las cálidas sábanas que lo cubrían. Observó el techo con aquellas estrellas brillantes que ahora se veían un poco opacadas con la luz del sol que entraba a raudales por la ventana. Se incorporó poco a poco, frotando sus ojos cuando la puerta se abrió para darle paso a su madre. El infante la miró adormilado mientras le dedicaba una sonrisa - Buenos días, Madre- Se sentó justo en el instante en que su madre tomaba asiento a su lado en la cama - Te ves feliz mi pequeño príncipe - Morgana acaricio su cabello, peinandolo hacia el costado -Sí Madre, he tenido un buen sueño - Sabía por lo que él le había dicho que todavía no era momento de revelarlo. Morgana le entregó la bandeja de desayuno y el infante tomó la copa con la Poción de Crecimiento Acelerado y la bebió de un trago mientras sentía las caricias y la compañía de la persona más importante para él en este y en todos los mundos que existieran.
Usé la poción "Poción de Crecimiento Acelerado"
[Año 10]
#9