Yo creo que, al final, lo interesante es que un villano no nace ni se hace en un vacío, sino que es el resultado de una mezcla compleja de factores internos y externos. Es como si cada persona tuviera un "mapa" con rutas posibles: unas las marca su personalidad y temperamento, otras las dibuja su historia personal, y otras las traza la sociedad en la que vive. Por eso me parece tan potente cuando en las historias vemos que no basta con un trauma o con una ambición personal: a veces es el entorno el que va empujando, moldeando y cerrando caminos hasta que solo queda la opción oscura. Y aquí entra lo que decíamos de la responsabilidad social: una sociedad injusta, desigual o corrupta puede "fabricar" villanos de forma sistemática, igual que una familia tóxica puede marcar a un niño para siempre. Lo que más me atrae, literariamente hablando, son esos villanos que nacen con un germen (orgullo, ambición, deseo de control) y que la vida, con sus golpes y tentaciones, va alimentando hasta convertirlos en lo que son. Porque ahí hay un equilibrio: no se les quita su responsabilidad personal, pero tampoco se ignora que las circunstancias cuentan... y mucho.

En resumen, creo que tanto en la vida como en la ficción, los villanos más memorables son los que llevan en sí esa dualidad: una parte que siempre estuvo ahí, y otra que el mundo se encargó de encender.

Si bien muchos compañeros opinan que los villanos se hacen con el transcurso de su vida y de los acontecimientos con los que son marcados... Yo opino lo opuesto. Hay personas que están destinadas a despuntar por encima del resto, sea para fines buenos o para fines negativos. Los villanos nacen, nacen porque el mundo es su acogedor ritual para extender sus personalidades excéntricas. Estamos tan acostumbrados a ver buenos a los buenos, que incluso somos incapaces de ver un mínimo de bondad en la villanía, o en serlo. ¡Voy a matizar el punto! Siendo mi punto de partida este... También creo que hay villanos que son bondadosos en un inicio pero la vida los empuja a desenmascarar sus verdaderas intenciones. Y a ver, siendo honestos. ¿Acaso no son los villanos los que más aman? Yo preferiría ver el mundo arder de la mano de mi villano, si con eso evita que a mí me pase algo. Viva la villanía.