Gritos en la noche, sudor frío, sombras que parecían cobrar vida, y así sucesivamente como una rutina macabra, las pesadillas se repetían en bucle en la mente de Nimue. A esos síntomas le sumaban largas noches de insomnio que vencía escuchando música o haciendo deporte, lo que fuese con tal de no pensar. Estaba claro que ella necesitaba ayuda pero su estúpido orgullo le impedía reconocerlo. No sabría por cuánto tiempo más podría aguantar así. Su paranoia aumentaba y veía enemigos por todos lados, cómo una plaga ya desconfiaba de su propia sombra, su sonrisa se había disipado en el viento como una brisa de verano, ya no quedaba nada de aquella Nimue risueña que algunos conocían, ahora era una sombra de sí misma. Estaba sumida en un infierno, su propio infierno...y cada vez se hundía más en sus propias tinieblas, las tinieblas de un alma condenada, fragmentada en miles de pedacitos los cuales se desperdigaron cuando aquella mortifaga la tuvo a su merced. La respiración de la chica se volvió profunda, casi abrasadora, se estaba gestando en ella un sentimiento que nunca pensó que podría tener...la venganza. Se había jurado así misma hacen años que jamás pensaría en la venganza como algo que ejecutar, pero está vez era algo diferente, está vez era personal. Lucharía nuevamente ante alguna nueva amenaza, ahora estaba más preparada y dispuesta a acabar con ellos sí fuese preciso. No dejaría que nada que le dijeran la afectase ya que ella era demasiado fuerte para ello aunque ahora pareciera lo contrario. Ya no era la misma, la habían destruido, ellos se habían encargado de hacerlo, con su aspecto macabro y aterrador. Sólo un milagro podía salvarla del abismo, sólo un milagro podría traerla de vuelta antes de que fuera demasiado tarde ya que si no su alma permanecería envuelta en tinieblas para la eternidad.

Se había vetado a sí misma su capacidad de sentir amor, ya que en el pasado la habían traicionado. Se había extirpado de su alma la posibilidad de volver a sentirse amada. Se había negado tantas cosas. Pero...¿entonces porque estaba sintiendo cosas extrañas?¿Porque le costaba centrarse? Será que lo imposible, se hizo posible...¿se había enamorado? No podía ser posible, no para ella. Así era como Nimue había caído en la trampa de su propio corazón, el cuál le decía en silencio que lo imposible había sido posible. Se había enamorado a primera vista aunque lo negase con todas sus fuerzas. Había caído en la trampa que le había tendido su propio corazón. Ese sentimiento era algo que jamás pensó que ella podía sentir, se había negado a sí misma esa posibilidad. Se había olvidado de lo que era amar y estaba batallando entre la razón y el corazón. No sabría quién ganaría esa batalla, pero sabía que tomara la decisión que tomase, seria la correcta. Victoria...así de cálido sonaba su nombre, como una brisa veraniega que traía calidez a un corazón frío como el de la alemana. Sonrió levemente imaginado cosas que le gustaría que pasarán, cosas que le gustaría vivir al lado de ella y sentía que podía ser capaz de todo....sólo por ella...su verdadero y único gran amor.

Había salido con bien de aquel infierno, había salido de esa pesadilla, pero aún tenía en su piel el recordatorio de que no era una superheroína, que era alguien de carne y hueso, que sentía y padecía, pero sin embargo ella tenía que dárselas siempre de heroína. Aquellas marcas en su piel eran ese recordatorio de que debía tener más cuidado con lo que hacía. Ahora ella tenía una razón para vivir y para tener cuidado. Pues ella ahora no estaba sola, sino que tenía a esa persona especial que la hacía suspirar y sentirse bien con ella misma. Se asomó al espejo y se miró en el mismo, no era el mismo reflejo que había conocido. Era otro diferente. Era el reflejo de alguien distinto y ella se habló para decirse- A quién quién quieres engañar, Nimue. No eres una heroína, no eres nadie especial, sólo eres una chica normal y corriente-comentó ella mirándose al espejo y luchando contra ella misma para no decir palabras más fuertes hacía ella misma. Aunque posiblemente se merecía todas esas palabras que ella misma se estaba negando a decir, pues muchas veces ella era demasiado dura consigo misma y eso le hacía mella en todo lo que se proponía. Ya que quería rozar la excelencia y hacerlo todo bien, tal vez por eso era que las cosas le estaban yendo mal. Pues de querer hacer todo perfecto, era propensa a los errores. Tal vez por eso ahora mismo debía ir con cautela en sus cosas. Había ardido entre las llamas, había resurgido y había logrado salir con vida de ese infierno. Esa lección le permitía saber que no podía seguir así, que tarde o temprano las cosas le podían salir mal y a la vista estaba. Aunque no estaba sola, ya que estaba con su compañera de aventuras, Khamila. Ella se sentía sola y la peor sensación del mundo es sentirse sola aún estando en compañía. Volvió a mirarse al espejo y ese reflejo dijo-¿Vas a seguir mirándote en el espejo? ¿No vas a hacer nada? Por los dioses...que patética eres...-comentó esa voz en el espejo, aquél reflejo malvado que tanto había obviado durante años. Ella comentó-no soy patética, soy Nimue Eris Valerius, salí de las llamas del infierno para no volver nunca más, soy más fuerte que tú. Podré contigo, como he podido con otras cosas en mi vida-comentó ella mirándose al espejo. Estaba claro que su lado oscuro se iba a quedar encerrado y no lo sacaría a no ser que fuese necesario. Lo había sacado cuando estaba defendiéndose de los muggles, pero pensar en Victoria la hizo dar un paso atrás...Victoria el amor de su vida...¿Sería capaz de decirle lo que la hacía sentir? ¿Sería capaz de abrirle su corazón y declararse por fin? Sólo el tiempo lo diría, pero lo que tenía claro es que estaba absolutamente enamorada de ella y eso nada ni nadie lo iba a cambiar.

A quién pretendía engañar, el pasado no se puede olvidar por mucho que queramos, siempre habrá algo o alguien que nos lo recuerda y aunque ella quería vivir en un mundo utópico, la verdad más absoluta es que nadie escapa de su pasado. Despertar entre gritos, jadeos y sudor frío eran su día a día, aunque lo ocultaba para no hacer daño a quiénes la conocían y apreciaban, muchos...pocos pero habían personas que la apreciaban. Muchas eran las veces que ella se miraba en el espejo y no se reconocía, ni su propio reflejo le daba la imagen que necesitaba ver. Varias eran las veces que debía fingir lo que no era para no hacer daño a los demás, varias eran las veces que le costaba no decir lo que pensaba y varias eran las veces que lloraba en secreto por esa realidad distorsionada en la que vivía. Aquella oculta realidad, la extrañeza de lo simple, fingir para sobrevivir, esa era su verdad. ¿Por qué tenía que ocultar lo que era?¿Porqué no podía ser simplemente ella? ¿Porqué? Eran tantas preguntas sin sentido alguno...ocultaba sus debilidades para no demostrar nada, se ponía una coraza de fortaleza la cuál era frágil cómo el cristal, procuraba no flaquear, ocultando esa distorsión de su realidad. Desde que tenía uso de razón, le enseñaron a ocultar lo que su corazón siente, a ocultar sus opiniones, a ocultar quién es, le enseñaron a que hablar de más, estaba mal y qué debía tener cuidado con sus palabras que podrían dañar más que ayudar. Por eso es que ella era fría y distante, no con todos, habían personas que pudieron atravesar ese bloque de hielo llamado corazón. ¿Sería capaz de cambiar? ¿Podría seguir siendo la misma persona que fue? ¿Viviría aún en esa realidad distorsionada? Tal vez era cuestión de tiempo.

Durante toda su vida la alemana se había negado a la posibilidad de amar y ser amada, durante toda su vida, Nimue había ocultado sus sentimientos y su manera de ser porque siempre le habían dicho que debía ocultar lo que sentía y quién debía ser. No entendía por qué pero ella siempre lo hacía, para no perjudicar a nadie y a ella misma. Siempre había vivido en paz con ello, pero a veces deseaba saber cómo sería si hubiese demostrado sus sentimientos en vez de ocultarlos en aquella realidad distorsionada en la que vivió durante mucho tiempo. Hubo un tiempo en el que la chica sí demostraba sus sentimientos abiertamente pero circunstancias ajenas a ella misma la habían hecho cambiar notablemente. En su época de estudiante en Hogwarts, la chica había cambiado, se había vuelto alguien hermético, frío y distante, los golpes recibidos la hicieron cambiar. El vacío que recibió de sus compañeros fue lo que había provocado ese cambio en su personalidad y perspectiva de la vida. Al graduarse en el colegio las cosas estaban cambiando y Nimue intentaba ser un poco más sociable, relacionarse con más personas y salir de su zona de confort para vivir una vida normal. Todos esos esfuerzos se vieron truncados cuándo los mortifagos la atacaron, la chica acabó con estrés postraumático y encerrándose en sí misma. Pero el destino y la casualidad hicieron que una persona llegará a la vida de Nimue para cambiarla por completo, esa persona la salvó de sucumbir al infierno, salvó su alma torturada y curó sus heridas más profundas. Victoria Da Souza, es el nombre de esa chica que había cambiado a la alemana, la dueña absoluta de sus pensamientos, de su corazón y de todo su ser. Ella jamás pensó que el amor acabaría llegando a su vida, de que todos los sufrimientos se desvanecen cuando ella estaba con Victoria. La brasileña llegó para cambiar la vida de la alemana a mejor y eso siempre se lo iba a agradecer. Sería capaz de todo por ella, le bajaría la luna, el sol y las estrellas, todo por verla feliz. Esto es solo el inicio de una historia que apenas comienza, que será leyenda y duradera. Pues el cuándo llega la persona indicada, todo lo malo se olvida y a Nimue le llegó la persona indicada para ella, Victoria Da Souza.

A veces sentimos que la vida es una montaña rusa de emociones y sentimientos. A veces la vida nos hace enfrentarnos a pruebas difíciles las cuales creemos que no serán fáciles pero al final resulta ser todo lo contrario, son difíciles, demasiado difíciles pero con una solución clara, aunque a veces lo vemos todo oscuro. Algunas veces la oscuridad nos puede servir como escudo protector, pero otra veces nos atrapa y cuesta que nos suelte. Luchamos contra ella pero nos resulta difícil escaparse de sus garras. Así estaba Nimue, sumida en una oscuridad que no la dejaba ver la luz. Ella siempre creía que todo era blanco y negro o con matices grises. Nunca vio la posibilidad de cambiar esa gama de colores en su mundo, para ella estaba bien así, lo que no sabía es que actuando así se estaba haciendo daño a ella misma, aunque poco le importaba su propio bienestar ya que ella era demasiado alocada e iba de kamikaze por la vida, sin atenerse a las consecuencias de esos actos. Todo en su vida era locura y caos yendo de la mano en un juego peligroso. Jamás se paraba a pensar en nada ni en nadie, ni en ella misma. Todo cambió el día que conoció a Victoria Da Souza, la chica le enseñó que la vida tiene más matices que los que ella conocía. La salvó en más de un sentido y eso Nimue no lo iba a olvidar nunca. Gracias a Victoria, la alemana ha descubierto que la vida es maravillosa, que sus miedos han quedado atrás y los males del pasado, ahí se han quedado...en el pasado. Con una nueva visión del mundo, Nimue está dispuesta a seguir aprendiendo todo lo que este nuevo mundo está por ofrecerle y no lo hará sola ya que cuenta con la ayuda de su novia. Ahora la alemana se enfrentará a su nuevo futuro y se centrará en su presente. Aún no sabrá qué le deparará ese futuro, pero lo que sí tiene claro es que Victoria estará en él. Juntas solventaran todo lo que la vida les ponga por delante porque juntas son increíbles y eso se notaba siempre que estaban juntas. Su persona favorita en el mundo y la razón de su existencia es ella.

Sentada en una esquina veía toda mi vida como si ya la hubiese vivido, un desfile incesante de personas que iban y venían así cómo suspiros en el viento. En la lejanía oía el eco de sus voces como susurros de otro mundo, un mundo que creía olvidado en el laberinto de mi mente. Un mundo oscuro, frío, helado al cual no quiero volver. Miradas que ocultan la realidad, miradas que ocultan pensamientos intrusivos que creía olvidados...miradas que te hacen estar en el borde del abismo. Durante toda mi vida luché por no caer por ese abismo, luché, luché mil batallas que nadie conoce porque ni yo misma las digo. Batallas que me hicieron morir y renacer convertida en otro ser. Batallas internas, que han dejado cicatrices en mi alma, en mi espíritu, en mi ser. Batallas y guerras que he tenido que dejar atrás para no sucumbir en la locura y el caos, fingir para sobrevivir, para no preocupar a quienes dicen quererme de verdad...¿quién puede querer a alguien con un alma torturada? Existe, sé que está ahí, la tengo a mi lado, me ama aún sabiendo mis demonios internos que a veces se manifiestan llenándome de dudas e inseguridad. Luchar o morir en el intento por sobrevivir a un abismo que se cierne sobre mí. Sentir el roce del mundo en la palma de tu mano, haciéndote sentir confusa y pérdida. Herida, tocada y hundida pero jamás vencida. Por más que me dañen, seguiré en pie, luchando hasta que la última gota de mi aliento salga de mi cuerpo. No dejaré que mis demonios internos salgan al exterior, no dejaré que nada estropee lo que me ha costado construir y conseguir. Abismos, fronteras y barreras que pienso derribar poquito a poquito, cada vez avanzando más con un paso firme y decidido, comenzaré de cero, construyendo y reconstruyendo a está nueva versión de mi persona. Intentando olvidar lo malo para centrarme en lo que está por llegar. Olvidar los rencores, sentir que las cosas pasan por motivos y circunstancias que se escapan a nuestro control. Dejar el abismo en el que estoy para no caer en él y sentir que puedo volar a otro horizonte a otro lugar, sentir que junto con ella todo es posible, ella la razón de mi existencia en esta vida, la razón por la que no caigo en la locura y mi motivo para luchar cada día. Esperando una señal para no caer y no volver a estar...en el borde del abismo.

¿Cuando sabemos realmente lo que es real y lo que es imaginario? ¿Cuándo sabemos lo que son las luces y cuándo sabemos lo que son las sombras? ¿Cuándo sabemos quiénes somos realmente?...¿Ficción o realidad?¿Causa o consecuencia? Muchas preguntas rondaban en la mente inquieta de Nimue, las cuáles quizás ni tendrían respuesta alguna. Aquellos gritos, ese sudor frío que recorría todo y cada uno de los poros de tu cuerpo, te hacían ver que las pesadillas habían vuelto nuevamente después de mucho tiempo peleando contra ellas, después de largas horas de terapia intensiva para hacerte ver que todo era una invención de tu subconsciente. Pero...¿hasta qué punto el subconsciente es quién toma el control y te hace ver demonios dónde no los hay? Eso nunca se sabrá ya que el subconsciente es quién muchas veces guía nuestro camino. Aquél mundo extraño e infernal, había sido el culpable de muchas cosas, especialmente de que a la alemana volvieran a perseguir aquellos demonios que creyó vencidos, pero se equivocó, los demonios no se pueden vencer tan fácilmente cómo ella pensaba. Pues a la vista estaba que Nimue aún no los había vencido y que aquél mundo había podido con ella, la había arrojado al abismo haciéndola tambalear entre la cordura y la locura, entre la tranquilidad y el caos...muchas veces quería sucumbir al lado oscuro, caer de lleno en la oscuridad que aún tenía en su alma torturada, el punto de retorno. Olvidar quién era, olvidar su esencia, olvidar cuán maravillosa podía ser...pero, ¿cómo se cura una autoestima destruida? No era sencillo cuándo la vida te golpea fuertemente dejándote en el caos más absoluto y llevándote lentamente a la oscuridad más profunda, dónde tus miedos y tus pesadillas te torturaban lentamente. Esclava de sus pensamientos, de su oscuridad, esclava de sus pensamientos destructivos de su propio caos, así estaba Nimue, siendo esclava de ella misma. Quizás la chica podía cambiar, podía ser feliz, merecía ser feliz después de mucho sufrimiento, después de muchos cambios personales, tras muchas muertes metafísicas, después varias resurrecciones renaciendo de sus propias cenizas, ella siempre se alzaba como un fénix, cada vez más fuerte, cada vez con más vida. Saldría adelante cómo tantas veces había hecho, cómo tantas veces había demostrado su fortaleza, cómo tantas veces... La vida la golpeaba con fiereza pero Nimue le demostraban que nada ni nadie podría derribarla, su fortaleza era su coraza, una armadura para enfrentar todo lo que ella se propusiera pues las pesadillas oscuras siempre se quedaban en la puerta del infierno.